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¿Qué enseña la Biblia sobre la esperanza?

La esperanza, tal como la conocemos, es tener la expectativa o el deseo de un resultado determinado. Invocamos la «esperanza» cuando cruzamos los dedos y esperamos la mejor conclusión posible a una situación incierta. Pero esto NO es exactamente lo que quiere decir la Biblia cuando habla de esperanza.


Hay algo poderoso (y sorprendente) en la esperanza bíblica.



Esperar ansiosamente

La palabra hebrea para «esperanza» es mikvé (מִקְוֶה), de la raíz KVH (קוה), que significa «esperar ansiosamente». Ser paciente y esperar la salvación de Dios es una virtud central en la Biblia. Como leemos en el Salmo 27, «¡infunde a tu corazón ánimo y aliento! ¡Sí, espera en el Señor!» (Sal 27,14). Por eso no nos asombra que uno de los títulos bíblicos de Dios sea Mikvé Israel («Esperanza de Israel»), como se lo llama en el Libro de Jeremías.


Las aguas de la esperanza

La palabra hebrea mikvé también significa «estanque de agua», como se ve en la historia de la creación: «Al conjunto de las aguas (mikvé mayim) lo llamó mares» (Génesis 1,10). La conexión es clara. El agua es el recurso más abundante en la Tierra, y la base de toda vida. Dios, el origen de toda la vida en la Tierra, es de donde emana nuestro «manantial» más preciado y a la vez el receptor de nuestras «esperanzas» más profundas.


En tiempos de incertidumbre nos consuela esta promesa: la «Esperanza de Israel» nos espera. En la última página de la Biblia, Dios nos da la seguridad de la vida eterna. El «agua de vida» es un regalo disponible para cualquiera, «el que tenga sed, que venga» (Apocalipsis 22,17).


Fuente:

The Israel Institute of Biblical Studies

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