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¿Sabes por qué un burro?

La entrada de Jesús a Jerusalén el domingo por la mañana fue sencillamente triunfal. En medio de las personas emocionadas, que agitaban ramas de palma y cantaban ¡hosanna! mientras los soldados romanos las veían pasar desde el costado, Jesús apareció ¡montado en un burro! Sus discípulos estaban desconcertados por su elección de transporte (Juan 12,16). ¿Cuál crees que fue su motivo detrás de esta peculiar decisión?




La entrada de Jesús a Jerusalén montado sobre un burro sorprende a muchos lectores bíblicos modernos. Tal vez porque comúnmente asumimos que los burros son tercos, animales de carga y no muy aptos para una entrada semejante. Si Jesús era, efectivamente, el rey mesiánico que ingresaba a la capital de Jerusalén, su reino, ¿no era más lógico que montara un carro tirado por caballos? En absoluto. Veamos el significado mucho más noble que tenía la palabra hebrea hamor, (חֲמוֹר) “burro”, en el antiguo mundo bíblico.


Se cumplió la antigua profecía

Según Mateo y Juan, era necesario que Jesús montara en un burro para que se cumplieran las Escrituras hebreas. Siglos antes, el profeta Zacarías predijo que el Mesías entraría a Jerusalén "justo, y salvador y humilde, y montado sobre un asno" (Zac. 9,9). En el antiguo Israel los burros o asnos eran símbolo de paz y humildad. Abrahán y Jacob montaban en burro. Los reyes de Israel montaban en asnas blancas (Jue 5,10).


El caballo era el animal militar por excelencia, usado por los todos extranjeros que conquistaron Israel. Los egipcios, los asirios y los babilonios habían inculcado un profundo temor a los caballos en los corazones de los israelitas. Hubiera sido impensable que Jesús entrara montado en un caballo. Al elegir un burro, Jesús le aseguró a Jerusalén que su reinado sería de humildad, paz y salvación.


Fuente:

The Israel Institute of Biblical Studies

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